Cirus, que se había quedado en primera línea, aún se preguntaba qué demonios pasaba cuando se le echaron encima un grupo de seres con aspecto levemente humano, apestando a muerte y descomposición, e instintivamente levantó su escudo pues sabía perfectamente a lo que se enfrentaban: devoradores de cadáveres. Y eran demasiados.
Cómo habían aparecido, no tenía ni idea, pero por el rabillo del ojo observó la sala que daba al piso inferior de la torre y que el armario que habían colocado como obstáculo no había valido absolutamente para nada. ¿Unos necrófagos saliendo de un sótano? Ahí no debía de esperarles nada bueno.
Estaba en problemas. Normalmente uno de esos monstruos no habría sido un problema para él, pero eran cuatro y para colmo estaba bloqueando el paso a sus compañeros.
Desvió un par de golpes, atacó con su maza a uno de ellos, observando cómo su arma emitía un reflejo rojizo, apagado pero claro síntoma de que era el mejor aliado que tenía en esos momentos contra el enemigo. Y lo sintió. El dolor era insoportable y curiosamente quemaba. Uno de esos seres había encontrado un resquicio en la armadura del brazo y mordía con odio. Ahora sí que estaba en problemas.
Trató de resistir pero era imposible. Rápidamente empezó a dejar de sentir cada parte de su cuerpo y observó impotente cómo quedaba paralizado, sin poder moverse, mientras los ojos inyectados en sangre de los ghoules parecían expresar triunfo. La comida estaba servida.
Dustin acudió con su espada y empezó a lanzar estocadas sin éxito y corriendo la misma suerte que
Ilustración del Códex La Marca del Este |
Esos monstruos no eran tontos, apartaron tanto a él como al inmovilizado Dustin a las sombras para dar cuenta de ellos más tarde, y se enfrentaron a sus compañeros.
El cariz que tomaba la situación era desalentador. Sin el espadón de Yara con ellos y él completamente fuera de juego, la supervivencia de Eelasom, agotado tras un día de exploración y Hirax, que aún lucía escarcha en la cara tras haber soportado de milagro el poderoso conjuro de protección de la sala de arriba, estaban en serio riesgo, por lo que se encomendó a Vélex y rezó una muda oración.
No sabía si su dios le había oído o es que los efectos de la parálisis comenzaban a disiparse, pero conforme fue sintiendo fuerzas se colgó lentamente la maza al cinto, agarró el medallón que le colgaba del cuello y, primero casi en un susurro y después con una voz que sonaba como un trueno, invocó el poder necesario para expulsar a los necrófagos, que asustados y sorprendidos huyeron despavoridos ante las palabras del clérigo:
-¡Oh Vélex, invoco el poder que me has otorgado para devolver a la sombra esta amenaza. Yo te lo pido, concédemelo para seguir combatiendo ante un nuevo día!
Cirus sabía que volverían. Una vez que han probado su presa no la olvidarían.
Agarró de nuevo el mango de la maza, con rabia y miró hacia la puerta por donde habían huido hacia el exterior.
La próxima vez no le sorprenderían ni dejaría cabos sueltos".
El viernes tuvimos nueva sesión de rol. La principal novedad fue que hicimos uso de las maravillosas piezas de DungeonSpain.
Aunque somos vetustos y sabemos lo que es convertir un trozo de papel o pizarra blanca en un peligroso Dungeon en nuestra imaginación, el ver sobre la mesa, entre fichas, cervezas y dados, las habitaciones de la torre en tres dimensiones, gracias también a las piezas del maravilloso juego de mesa Descent: journey in the dark, fue estupendo y lo pasamos en grande, a veces más pendientes y entretenidos con el montaje que con la partida en sí.
Hyrax, en plena exploración |
Esta semana estamos pendientes de que nuestros compromisos nos dejen un rato (o no) para continuar con la aventura y seguir explorando la Torre de Acbar.